2 de febrero de 2015

Los Ciudadanos del Mundo (Viviana T.)


Hace unos días, leí la frase “Gran parte de lo que somos, son los lugares en los que estuvimos” y me pareció, sencillamente, acertada. Cada país nuevo que conozco me enseña una forma diferente de vivir, llena de pequeñas genialidades que intento copiar y de algunas torpezas que me hacen reír y extrañar mi casa. Mi cerebro y el de todos (no es una propiedad del mío exclusivamente) cambian para siempre una vez que aprendemos algo nuevo y difícilmente puedan volver atrás. Así es que en algún momento, en algún lugar, descubrimos que hay tantos caminos a seguir como personas en el mundo. Cada camino es una historia diferente y, si ese es el caso, no se me ocurre mejor forma de comenzar el año que compartiendo con ustedes la historia de nuestra expat de hoy, Viviana Trajtemberg, una argentina que dejó su Buenos Aires natal para trazar su propio camino… Un marido, dos hijos y cuatro países más tarde, sigue tan ilusionada como la primera vez y aún continúa haciendo las valijas cada tanto para seguir en busca de su lugar en el mundo.

¿Cómo empieza esta aventura?

Empezó en 2002, cuando a mi (en ese entonces) novio le ofrecieron ir a trabajar a Chile. Lo hablamos y decidimos que una vez que yo cerrara temas en Argentina lo alcanzaba del otro lado de la Cordillera. Así fue y así seguimos, después de 12 años. 

Aunque solo haya sido el cruce de la Cordillera, seguro significó muchos cambios en tu vida… ¿cómo fue aquella primera experiencia?

Si, claro que fueron muchos cambios. Porque hay que empezar de cero, volver a armar tu red, olvidar un poco quién eras antes donde vivías, porque ahora no te conoce nadie. Entonces, es como un baño de humildad por una parte, y hay que aprender a sacar todo tu bagaje de habilidades de la galera.

Al principio fue un poco duro Chile, porque yo venía de un ritmo súper intenso de trabajo, vida social, etcétera, y de repente no tenía nada que hacer y me aburría. Tuve que hacerme a las diferencias culturales. Uno cree que porque están al otro lado de la frontera es lo mismo pero no es así. Pero después empecé a trabajar y a estudiar y me integré súper rápido. Es un país que le tengo mucho cariño, porque allí me casé, tuve mi primer hijo y mantengo muchos amigos queridos. Estuve dos años en Santiago, Chile. Después, 6 años en Madrid. Cuatro años en México y ahora llevo unos meses en Bogotá, Colombia. 

¿Qué dejaste atrás, además de la familia?

Dejé casi todo: mi familia, mis amigos, redes de trabajo y académicas, trabajo, mi departamento…en fin, mi vida cotidiana. 

En Argentina trabajaba en la UBA, daba clases y hacía consultoría de RRHH. Ahora sigo haciendo casi lo mismo, he podido reubicarme haciendo consultoría en los países que he vivido y también dando clases en la universidad. 

¿Se te ocurre alguna aspecto de vivir afuera que quieras compartir?

Cuando te movés de país pueden pasar mil cosas diferentes a las que no estás acostumbrada. Y se trata simplemente de no estresarse e intentar entender la cultura del lugar. Lo que me sorprendió gratamente en todos los países que he estado, fue encontrarme con gente increíble, gente que sin apenas conocerme se brindaba y me ayudaba con todo eso…eso gratifica mucho, porque uno va encontrando su otra familia donde va viajando. 

¿Dónde te sentiste más cómoda?

 En todos me sentí cómoda después de la adaptación obviamente. Siento que España fue más duro porque los lazos sociales son diferentes y a los latinos nos resulta chocante ese metro de distancia que hay que tener con la gente. Y en todos lados hay cosas a las que no te terminas de acostumbrar, lo cuál no significa que no estés a gusto en esos países.
Al final te quedan los momentos lindos que pasaste en cada país, por donde transitabas, la gente que conociste. Y definitivamente volvería a cada uno de los lugares donde he vivido. En todos ya me siento como casi “local”.

¿Cómo fue para vos vivir afuera?

Me abrió la cabeza muchísimo. Estás con gente con la que nunca estarías en tu país, tenés que desarrollar unas capacidades enormes para vincularte con los demás, te haces más flexible, amplias tu vocabulario, amplias tu capacidad de entender a los demás…
El hecho de estar lejos lo llevo bien porque, como siempre digo, no lo pienso mucho. Es mi realidad y tengo que vivir con eso. Hablo con mi familia seguido, con mis amigos cuando podemos

¿Y cómo llevan tus hijos lo de cambiar de país cada tanto?

Tengo dos hijos: Iker que es chileno y tiene 10 años, y Martina que es española y tiene 6. ¡Creo que yo llevo peor las mudanzas que ellos! Ellos aprendieron a ver la parte positiva de los cambios y nosotros a hacerles fácil el aterrizaje en otro país. 


¿Les recomendarías a nuestros lectores vivir en otro lugar por un tiempo?

Si, absolutamente. El plazo, depende de cada uno. Pero con un año no se conoce un país ni su gente ni su cultura. Mi consejo es que den el salto. Para los familiares: estar muy unidos. Eso ayuda mucho en el primer momento y además une mucho como familia. 

En pocas palabras:

Viajás con el pasaporte… argentino, siempre.
¿Amás u odiás los aeropuertos? Los amo.
¿Pasta o pollo? Pasta… soy vegetariana.
La comida argentina que más extrañas… El queso blanco García o el Mendicrim
Un lugar de vacaciones… la playa, donde sea….
¿Qué elemento viaja con vos siempre? Mis cremas.
¿Y qué te olvidás? La mitad de la ropa…
Cuando tenés tiempo lo dedicás a… leer, estar contemplativa, descansar…
¿Qué pedís que te lleven los que van a visitarte? Jorgito de mousse de chocolate para mis hijos…ahora pediré yerba que en Bogotá está carísima.
Un sueño cumplido… haber vivido en muchos lugares
Y uno por cumplir… encontrar mi lugar en el mundo.