Si hablamos de Ámsterdam
a todo el mundo se le vienen dos cosas a la cabeza: la marihuana y el barrio
rojo. Pocos sabrán que en esa ciudad se encuentra uno de los edificios de la
Compañía de las Indias Orientales, que allí se creó el primer sistema de peaje
del mundo y que durante un tiempo estuvo prohibida la religión católica.
Ámsterdam es mucho
más que cannabis y prostitución, pero no les molesta ser conocidos mundialmente
por esas dos cosas. Son primero negociantes, y allí donde algo produce dinero poco
tienen que hacer las discusiones éticas.
Empecemos por el
principio. Ámsterdam es la capital de los Países Bajos, a los que también
llamamos Holanda, pero hacemos mal, ya que Holanda es solo la provincia en la
que se encuentra Ámsterdam (y también un bocadito). La fundaron dos pescadores
en la orilla del río Amstel en 1275, y desde aquel momento floreció como base
de comercio. En el siglo XVII se construyeron canales semicirculares alrededor
del centro histórico. Sufrió dos conflictos bélicos importantes: la guerra de
independencia de España (llamada Guerra de Flandes) y la invasión nazi durante
la Segunda Guerra Mundial (de la que tal vez recuerden a Anna Frank).
Compañía de las Indias Orientales |
A los poco
observadores (o simplemente, ignorantes), los Países Bajos no nos parecen una
gran potencia mundial pero, en una época se codeaban con los colonizadores europeos,
como España, Portugal e Inglaterra. Durante su búsqueda del llamado “paso
norte” que conectara los océanos Pacífico y Atlántico, descubrieron y fundaron
Nueva Ámsterdam (dicen que compraron la isla de Manhattan a los indios lenapes
por 25 dólares). Luego se la vendieron a los ingleses por el territorio de
Surinam, y éstos la llamaron Nueva York.
Hoy
en día, conquista otro tipo de terrenos. Con sus 750.000 habitantes, Ámsterdam
se caracteriza por ser la ciudad más liberal de Europa. ¿Por qué? Fácil: su
amplia comunidad gay, la prostitución y el consumo de marihuana. Asuntos con
los que (se imaginarán) no estoy como pez en el agua pero que de todos modos
intentaré abarcar por el bien de la cultura.
Sodoma y
Gomorra pero con tarjeta de crédito
Punto
número uno (no se me pongan impacientes, voy a empezar por lo que
verdaderamente les interesa): la prostitución. Es legal pero está fuertemente
reglamentada. Las prostitutas alquilan una especie de vidrieras en las calles
del llamado Barrio Rojo. Aunque está bastante extendido por el centro
histórico, hay calles que son todas vidrieras y otras en las que es más esporádico,
algo así como: farmacia, Zara, prostituta, Starbucks, prostituta, ferretería.
Las
vidrieras están iluminadas con luces rojas (de ahí el nombre del barrio) o
azules (ojo al piojo, que las azules son de transexuales). El número de
vidrieras que hay en la ciudad está limitado, no pueden abrirse más, pero es un
negocio muy rentable, las prostitutas suelen hacer entre 2.000 y 3.000 euros
por día. De hecho, el gobierno quiere achicar este barrio, así que hace unos
años empezó a comprar vidrieras para transformarlas en otra cosa. No hay
prostitutas en la calle, no se puede sacar fotos, no hay obligación para las
prostitutas de hacerse controles médicos y no hay madamas ni guardaespaldas
(supuestamente).
Oude Kerk (la iglesia del Barrio Rojo) |
El
Barrio Rojo lleva toda una vida funcionando, desde el 1200 (aunque, por suerte,
las prostitutas se van renovando). Se creó para “atender” a la enorme cantidad
de marineros que desembarcaban en la ciudad. Los marineros, sedientos,
cariñosos y culposos, contribuyeron al enriquecimiento de la ciudad aportando
sus jornales en tres rubros: los bares y su venta de alcohol, las prostitutas y
la iglesia, que cobraba un pequeño canon por absolver sus pecados (incluso
dicen que ir a la iglesia a confesarse era lo primero que hacían luego de pisar
tierra, tramitaban una absolución a
priori por los pecados que iban a cometer). Inteligente, religión de
avanzada.
Esta
zona es sumamente turística, de hecho se nutre más de turistas que de
holandeses. Por sus calles se ve vagar a todo tipo de gente, desde grupos de
chicos jóvenes con más ganas que euros, tours de jubilados semi horrorizados, y
mujeres causándose un trauma psicológico viendo esos cuerpos perfectos (porque
la mayoría de ellas son impresionantes, viven de eso). Y luego están los
clientes, que se acercan a las vidrieras a negociar el precio antes de entrar
(50 euros el básico de 15 minutos) y se sumergen detrás de la cortina. El vidrio
y esa cortina es lo que nos separaba a los inocentes peatones (jejeje) del acto
amoroso pago. Es un negocio así que, una vez dentro, la prostituta puede ir
variando el precio según lo que desee hacer el cliente. Incluso hay un record:
7.000 euros con un solo cliente.
Además
de prostitutas, en el Barrio Rojo se pueden encontrar cientos de patos
(evidentemente degenerados) que nadan en sus canales, quizás atraídos por la
iluminación roja del barrio; miles de sex shops y tiendas eróticas, hoteles gay
y teatros eróticos. Unas curiosas cabinas donde por dos euros se pueden
observar, durante unos minutos, mujeres desnudas en vivo (y también las
inquietantes caras de los otros clientes en las ventanillas de alrededor); y
clubes de sadomasoquismo, que parecen cerrados a cal y canto, los distingue una
bandera característica. Cuando están abiertos, se enciende una luz y se supone
que uno toca el timbre y ahí que Dios te ayude.
El canal del Barrio Rojo lleno de patos |
Cubierto
el Barrio Rojo, paso a la marihuana: El consumo de cannabis está permitido
pero, de nuevo, muy reglamentado. Se vende en los llamados Coffee Shops que son
verdaderas cafeterías, donde uno puede fumarse un cigarrillo de marihuana y
tomarse un café latte. Pero no se engañen, todos están ahí por la marihuana…
creo que el café viene de complemento. Desde afuera se ven como pequeños
tugurios llenos de humo, no demasiado atractivos, pero la ciudad está llena de
estos Coffee Shops y todos parecen tener éxito. Supuestamente, no se puede
consumir en la calle, pero esta regla no se cumple a rajatabla.
También
el sistema de los Coffee Shops es un gran negocio del que el gobierno se lleva
cuantiosas sumas en impuestos, y que vive más de los turistas que de los
locales (se dice que solo un 7% de los holandeses fuma marihuana). Al cabo de
dos días en Ámsterdam caí en la cuenta de que sus dos atractivos
internacionalmente conocidos están creados para los turistas. La aparente
liberalidad de la ciudad está muy teñida de negocio y dinero, lo cual no está
mal, pero lo digo porque me sorprendió descubrir este detalle.
…
De
éste lado de la cortina (la roja de las vidrieras y la de humo en los Coffee
Shops) todavía queda mucho por ver y descubrir en Ámsterdam.
Plaza Dam |
La
plaza de Dam es el centro neurálgico de la ciudad y de ella parten bonitas
peatonales, fue construida sobre la primera presa que unió las dos márgenes del
río Amstel. Los edificios que la rodean son magníficos, entre ellos destaca el Palacio
Real, la Nieuwe Kerk (o iglesia nueva) de estilo gótico, el Museo de cera de Madame
Tussauds y un obelisco para conmemorar los caídos en la Segunda Guerra Mundial.
Los
holandeses son gente marítima, se sienten más a gusto en el agua que en la
tierra, tal vez por eso construyeron 100 kilómetros de canales que servían para
el traslado de los habitantes, para que ingresaran los barcos con mercaderías y
como barreras naturales de protección. Los canales de Ámsterdam son de agua
dulce, se nutren de los ríos, y en ellos se renueva el agua abriendo y cerrando
un sistema de exclusas (las antiguas son de madera y todavía pueden verse en
algunos canales).
El
paseo por los canales de Ámsterdam es uno de los más bonitos, algunos canales
cruzan zonas residenciales de edificios hermosos, con el estilo arquitectónico típico
de esta zona. La arquitectura holandesa es otro gran atractivo de la ciudad:
todas las construcciones eran originariamente de madera, ahora solo quedan tres
casas antiguas de madera para visitar, el resto es de ladrillo. Las casas son
altas y alargadas (se supone que las familias ricas tenían las casas más anchas)
y con techos llamados “a dos aguas escalonados” que le dan ese aspecto tan
característico. En algún lugar cercano al techo se hallan vigas con un gancho
que salen de la fachada, esto servía (dada la angostura de las casas y sus
escaleras imposibles) para subir y bajar mercadería o muebles, y entrarlos por
las ventanas. Las casas, inclusive, tienen una leve inclinación hacia delante
para que las cosas no fueran golpeando contra la fachada (y de paso rompiendo
ventanas) todo el tiempo. Práctico pero muy inquietante a simple vista.
De Waag |
El
antiguo barrio judío quedó destruido luego de las persecuciones nazis y del
peor invierno de la historia de Ámsterdam, en que la gente ingresaba a las
casas vacías en busca de cualquier madera que quemar. Se lo reconstruyó
siguiendo la línea art nouveau y les quedó francamente feo, en mi opinión. Pero
vale la pena visitar la cercana plaza de Nieuwmarkt, en ella se encuentra un
edificio medieval conocido como “de Waag” que fue una de las puertas de la
muralla que rodeaba la ciudad. Luego se usó para pesar mercaderías y cobrarles
un impuesto, convirtiéndose en el primer sistema de peaje del mundo; más tarde
fue teatro anatómico, donde se practicaban autopsias educativas (Rembrandt
pintó un cuadro sobre esto); la plaza sirvió a los nazis para agrupar judíos
que iban camino a los campos de concentración y como lugar de ejecuciones
públicas, hasta contó con una guillotina. Hoy en día, ese edificio es un bar.
Porque
hay algo que me asombró mucho de esta ciudad: no les importa nada (en el buen
sentido). Sorprende descubrir antiguas iglesias que hoy son museo o
restaurantes, también molinos que son bares y casas que son iglesias. Esto
último sucedió a raíz de la prohibición de la jerarquía católica en el siglo
XVII, durante la cual, los fieles convirtieron casas en iglesias secretas (por
fuera se respetaba la fachada de la casa original para no llamar la atención).
También
en Ámsterdam se encuentra la primera Bolsa de Comercio del mundo, establecida
en 1602, y el edificio de la Compañía de las Indias Orientales que se encargaba
de manejar las actividades coloniales en Asia y considerada la primera
multinacional de la historia.
Las
guías turísticas recomiendan visitar el Mercado de las Flores y, aunque hacía 0
grados centígrados, me ilusioné con ver flores y los famosos tulipanes de
Holanda. Lo que nadie te explica es que solo hay flores en potencia, porque los
puestos venden los bulbos en paquetitos que no causan demasiada gracia. Pero el
paseo no fue en vano porque nos metimos en una de las muchas tiendas de quesos
y probamos unos cuantos tipos de gouda (nosotros y todos los otros que habían
llegado hasta el Mercado de las Flores por Nacer y no sabían qué fotografiar).
En
cuanto a museos (vean que dejé para lo último lo más aburrido, solo los ávidos
lectores habrán llegado hasta acá), destacan el museo nacional Rijksmuseum, la
casa de Anna Frank, el Museo de Van Gogh y el Hermitage, que fue al único que
fuimos porque ahí se encuentra temporalmente la colección de pinturas de
Vincent Van Gogh. Está exhibida de manera elegante y dinámica, tanto que no
hace falta saber nada de él para entrar, un video sobre su vida lo explica
todo: era un autodidacta de la pintura que aprendió copiando, incapaz de
quedarse quieto en un solo lugar, amante de todos los colores, un genio que se
volvió un poco loquito y, aunque se desquitó con su pobre oreja, ni aún así
dejó de pintar obras maestras.
Las casas flotantes |
Ámsterdam
es, evidentemente, mucho más que marihuana y prostitutas, dos actividades de
esparcimiento que, desde aquellos marineros necesitados, se nutre más de
extranjeros que de locales. Pero es muy cierto que los holandeses son súper liberales
y poco les importa lo que uno hace en su vida privada, quizás es por eso que todo
lo creativo y lo experimental sucede en esa ciudad, y en todos los sentidos. Hay
lugar para toda clase de locos, siempre que paguen impuestos.
Cierto! Amsterdam es mucho más que sexo y drogras y para aquellos que nos atrevemos a descubrirla, nos llevamos un recuerdo positivo de una ciudad totalmente desconocida. Creo que Amsterdam es tan conocida, como desconocida.
ResponderEliminarDesde fuera sólo se conoce la parte más llamativa de Ámsterdam, pero hay mucho más, para ser más exactos, nosotros hicimos un Tour por el Barrio Rojo en el que conocimos toda su historiad y muchas de las cosas que aquí comentas y que nos dio una visión mucho más clara y concisa de la ciudad. En definitiva, hay que visitar Amsterdadm con un pensamiento más abierto y culto.
Gracias por tu post, me ha sido muy interesante.
Saludos.