Por Cintia Ana Morrow para Argentinos.es
Tal vez ya estemos un poco acostumbrados a estas vidas internacionales, que
suceden no ya en el pueblo o, cuanto mucho, en la ciudad vecina, sino a lo
largo y ancho del mundo.
La mayoría de las familias hoy en día, tienen algún integrante viviendo en
otro país. Casi todos podemos dar fe de ese tío o esa prima que a veces está en
las reuniones familiares y otras no. Ese que llama para Navidad y todos se
pasan el teléfono para saludarlo, aquel en el que pensamos cuando las noticias
del diario tocan el país en el que se encuentra.
Aunque la tradición de moverse por
el mundo es milenaria y más de un bisabuelo nuestro llegó desde algún país
remoto, sigue siendo todo un evento el irse a vivir lejos. Quizás, aquellos que
dejamos todo un día y nos fuimos a vivir a la otra punta del planeta, seamos
nosotros mismos.
Las razones suelen ser innumerables: trabajo, dinero, amor, aventuras. Los
destinos, más inabarcables aún. Pero todos estos ciudadanos del mundo tenemos
algo en común: muchas historias que contar. Por eso los invito a conocer a
estas personas a las que la comunidad internacional llama “expats” o
expatriados, y que no solo hicieron las valijas y se fueron a vivir a otro país
sino que además, nunca dejaron de hacerlo. Así es como para algunos es el
primer destino fuera y otros ya cuentan los países con los dedos…
Hoy les presento a Romina Razumny,
una expatriada con quien tuve la suerte de coincidir en Perú y que ahora vive a
tan solo dos cuadras de mi casa en Estambul. La frase “el mundo es un pañuelo”
cobra nuevo sentido en esta vida de expats.
–Soy argentina. Nacida y criada en Capital Federal.
Sé que en pocos años estuviste en muchos países. ¿Cómo
empezó todo? ¿Cuándo saliste de la Argentina?
–La primera vez salí a los 25 años y fui a Estados Unidos en el 2000. A New
Jersey y a Orlando, porque estaba haciendo una pasantía en una Mayorista de
Turismo. Volví a la Argentina en Octubre del 2001. Cuando conocí al que hoy es mi esposo, siempre me dijo que quería trabajar
en el exterior alguna vez y al poco tiempo se dio. Luego de casarnos en el 2007
partimos.
¿En qué lugares viviste y por cuánto tiempo?
–Primero en Estados Unidos, durante un año y medio. Luego Argel, Argelia, un
año mi esposo, yo un poco menos. Después vino Santiago de Chile, por otro año.
Lima, Perú, dos años. Doha, Qatar, donde estuvimos solo 3 meses. Y, finalmente,
Estambul, Turquía, desde que llegamos en septiembre de 2012 hasta hoy.
Estabas en EEUU cuando sucedió lo de las Torres Gemelas.
¿Recordás algo que te haya llamado especialmente la atención?
–Lo que primero me impresionó fue la aceptación de todo el mundo con
respecto a las noticias. Mis compañeros argentinos y yo, acostumbrados a otra
cosa, nos preguntábamos de todo, teníamos dudas. Pero la gente allá no
cuestionó nada.
Otra cosa que me sorprendió fue cuando cerraron las fronteras. Creo que fue
por 48 horas solamente, pero me acuerdo de esa sensación de saber que no podía
salir del país aunque quisiera. No importaba si eras un gran empresario o una
expatriada como yo, nadie podía salir.
¿Qué dejaste atrás, además de la familia? ¿Tenés algún proyecto
en mente?
–Si, cuando partimos a Argelia yo estaba trabajando y tuve que renunciar
para emprender esta aventura. Como proyecto sí, hace tiempo me ronda la idea de, el día que nos
establezcamos en un lugar un tiempo largo, poder hacer algo por mi cuenta.
¿Se te ocurre alguna experiencia inesperada que hayas
tenido durante tu expatriación?
–Que en pleno desierto de Gardhaia en Argelia me digan “¿Argentina ?...
¡¡¡Menem !!!”
¿En qué lugar te sentiste más cómoda y cuál te costó más?
–De momento donde me sentí mas cómoda fue en Santiago de Chile, entiendo que
el idioma, las costumbres y la cercanía a Buenos Aires ayudaron bastante. El que mas me costó fue Argelia, tal vez porque fue el primero al que
salimos y sus costumbres son muy diferentes a las nuestras.
Sé que la aventura de vivir en el extranjero cambia a las
personas, sobre todo cuando volvemos a casa. ¿Tu familia o amigos te notan
cambiada?
–De momento mi familia y amigos no me dicen mucho, pero mucha gente me ha
preguntado cuando vuelvo, si soy de Buenos Aires, porque tengo acento raro: uso
palabras en neutro o muchas que uno va adquiriendo de los diferentes lugares, o
de la gente con la que va compartiendo el tiempo.
¿Cómo llevás el hecho de estar lejos? ¿Hablás seguido con
tu familia y amigos? ¿Tenés algún ritual argentino para los días de melancolía?
–Es como que con el tiempo uno se va acostumbrando al estar lejos ¡y el Skype,
el Blackberry Messenger y toda la tecnología ayudan mucho! En el 2000 la
primera vez que partí, aún no había tantas facilidades. La verdad que ritual no tengo, pero cada tanto me gusta ver televisión
argentina, ver las propagandas...digamos la idiosincrasia del día a día, que
por ahí es lo que más se extraña.
Vivir en otro país es una experiencia maravillosa pero no
todo el mundo se anima, ¿lo recomendarías a corto plazo? ¿Y para siempre?
–Para mí es una experiencia que hay que tener, es muy enriquecedora y abre
mucho la cabeza, la cantidad de estímulos e información que se
reciben es increíble. El “para siempre” es muy personal y significa un cambio absoluto. Por ahora
con tantos cambios que hemos tenido ni siquiera me lo planteo yo.
¿Se te ocurre algún consejo para aquellos que están
considerando la posibilidad de salir al extranjero?
–Que traten de adaptarse al destino y sus costumbres, vale decir: no estar
extrañando o penando por cosas que uno no consigue o no puede tener en su día a
día (como algún tipo de queso, mate, dulce de leche, etcétera). El vivir afuera es vivir en otro país, no se puede hacer una vida absoluta
en espejo del lugar de donde se viene, por que uno nunca lo va a lograr y la
frustración va a ser permanente.
Viajás con el pasaporte… Argentino
¿Amás u odiás los aeropuertos? ¡Me encantan!
¿Pasta o pollo? Pasta
La comida argentina que más extrañás es… el helado, como los hacen en Buenos Aires, salvo en Italia, ¡no hay!
Un lugar de vacaciones… La ciudad que más me gusta en el mundo es Venecia, pero trato de, cuando se
puede, viajar. Conocer distintos lugares, es una de las ventajas que permite
este tipo de vida.
¿Qué elemento viaja con vos siempre? Papeles y documentación necesaria, la historia medica de mi hijo, un rosario
de mi esposo, un anillo que me regalo mi mamá y un monedero que atesora objetos
de valor emocional.
¿Y qué te olvidás? En general no mucho… Soy bastante puntillosa al hacer el equipaje.
Cuando tenés tiempo lo dedicás a… leer. Ya sea libros o, un vicio que adopte al estar afuera, que es leer
varios diarios y tratar de estar bien informada.
¿Qué pedís que te lleven los que van a visitarte? En este momento que vivo en Estambul: revistas, algún diario o la revista
del avión... ¡pero que esté en Español!
Un sueño cumplido… Con respecto al vivir afuera: haber podido viajar y conocer muchos lugares.
Y uno por cumplir… Poder seguir viajando y aprovechando la oportunidad de conocer diferentes
lugares y sus culturas.
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