Sabía que mi vuelo no iba a ser sencillo desde el momento en que la TVE dijo que se estaban cancelando vuelos en Frankfurt por la nieve. Y dónde hacía conexión yo? En Frankfurt, por supuesto.
El avión salió con retraso de Madrid y yo me encontraba desinformada y con un 90% de probabilidades de pasar la noche en Frankfurt. Mentalmente empecé a practicar mi alemán rudimentario. Nada. No alcanzaba para más que "mi nombre es Cintia" y " eso es bueno"; y no veía cómo iban a poder ayudarme esas frases.
Llegamos a Frankfurt y ya había perdido mi conexión a Londres. Vagué por el aeropuerto semi cerrado (eran las 9 de la noche), en busca de algo o alguien que me dijera qué hacer. Me sentía realmente estúpida, los mostradores de la aerolínea estaban desiertos, no veía por ningún lado personal del aeropuerto y mi vuelo ya ni aparecía en las pantallas.
Debo haber tenido suficiente cara de desesperación como para que una señora de seguridad se apiadara de mi y me diera dos inútiles instrucciones que, al menos, tuvieron la fortuna de ponerme en movimiento. Anduve para acá y para allá, me sellaron el pasaporte (pensé "acá metí la pata"), subí, bajé, pregunté y sudé un poco (es que estaba muy abrigada). Finalmente llegué a un mostrador con múltiples viajantes inconexos como yo, haciendo una cola.
Me encontré con una chipriota (oriunda de Chipre) que estaba tan o más perdida que yo, y se alegró tanto de encontrar a una compañera de aventuras que no me animé a abandonarla.
Me entró una duda: a qué país pertenece Chipre? Me acordaba de haber visto un documental al respecto, pero no sabía en qué había quedado la cosa. Le pregunté y calculo que a todo el mundo le gusta hablar de su país. Me contó que en 1970, los turcos invadieron Chipre y hubo una guerra. La isla quedó dividida en dos. Los padres de ella, emigraron hacia la parte griega para reconstruir su vida. Llevaban lo puesto. Algunos familiares de ella quedaron del lado turco. Ella cree que ya no es un problema de la gente joven. Piensa que el futuro está en no buscar razones para diferenciarse, sino cosas en común.
Al lado nuestro estaba sentado un chico español, de Pamplona. Llevaba viajando 24 hs para llegar a Londres a ver a su novia. Me acordé de los encierros de toros (ya que estamos, no?) y me contó que es muy distinto a como se vé en la televisión, son 900 metros de maratón minotáurica. Cuando le pregunté si alguna vez había corrido con los toros por las calles de Pamplona, abrió los ojos como platos y me dijo "Nooo, ahí solo van los borrachos y los que están entrenados. Los que lo hacen siempre". También me dijo que no entendía mucho inglés, así que hice de traductora entre la chipriota y el pamplonés. Lo llevo en la sangre, ja! Pero se me hizo que no iban a ser amigos.
Y con la chica de Chipre lo dudé. Ella parecía muy amistosa pero en los aeropuertos uno nunca sabe. Y cuando en el control de Frankfurt la apartaron para hacerle un test de explosivos, tuve miedo. Me ví en un calabozo alemán aprendiendo a decir "Llamen a la embajada argentina!" o "Me gusta mucho el chucrut"... según se me presentaran las emergencias.
Mi poco conocimento de alemán (los números de 1 al 10) me sirvió para saber si hablaban de mi vuelo por los altoparlantes. Y, con total convencimiento de que iba a pasar la noche en Frankfurt, puse el corazón en paz y me reconcilié con la idea de que al menos tenía algunos amigos. Pero, si hay algo que lo sorprende a uno, son las sorpresas. Y resultó que me pusieron en un vuelo que salía más tarde.
Destino: Heathrow (aeropuerto de Londres), donde me esperaba Ale. Sellado el pasaporte, se me abrieron las puertas al Reino Unido. Ufff... God save the Queen!
... (continuará)
No hay comentarios:
Publicar un comentario