19 de diciembre de 2010

Crónicas galesas: Buscando a Cardiff en un mapa (con división política)

(Este artículo salió publicado en el diario La Nación, sección Turismo, el domingo 26 de Diciembre de 2010, en la edición impresa.)


Recién llegados al aeropuerto de Londres, nos pusimos en marcha para agarrar el último Heathrow Express, un tren que te lleva hacia el centro de la ciudad. Subimos la tren y empezamos a cruzar las zonas residenciales a gran velocidad. Caían copitos de nieve y las veredas y los techos ya estaban blancos.

Cuando llegamos a Paddington Station quedé en estado de shock. Primero por el frío, ya era de noche y todo estaba semi congelado. Y segundo, porque la estación de Paddington es increíble! Con unos techos altísimos cruzados por grandes vigas de hierro, las plataformas de ladrillo, los tableros con los horarios de los trenes y las grandes arcadas por las que se accede a la ciudad. Es como la estación de Retiro pero dentro de una película antigua de James Bond. Impresionante!

Salimos de la estación a las patinadas porque estaban congeladas las veredas y el hielo es muy patinoso. Caminamos por las calles de Londres mientras nevaba sin parar. Los edificios de ladrillo que se alzaban en cada manzana, me parecieron alucinantes. Todos con sus luces navideñas y con los árbolitos en las ventanas, los portales llenos de nieve y las chimeneas largando humo. Que hermoso! Me parecía estar caminando por un mundo de mentira, salido de una historia de Agatha Christie, de Edgar Allan Poe o de A. J. Rowling.

Después del shock, me puse a pensar que esos autores solo inventaron las historias, no inventaron la ciudad. La contaron como era. Solo que yo, en mi desconocimiento, pensé que esas calles de Londres formaban parte de la fantasía también. Y ahí estaba yo, caminando por las calles de una ciudad tan mágica como misteriosa. Fueron solo unas cuadras hasta llegar al hotel, pero causaron la mejor de las primeras impresiones.

Dormimos en el hotel y a la mañana siguiente me levanté temprano para tomarme un chocolate caliente mientras miraba por la ventana la asombrosa ciudad nevada. Una bruma blanca cubría los edificios y no me alcanzó la vista para reconocer mucho, pero ya volveré llena de ilusión!

Mientras la ciudad se despertaba, caminamos hasta la estación para tomar el tren a Cardiff. Iba a estar unos cuantos días en Cardiff hasta poder ubicaría correctamente en un mapa. Era de esas ciudades inexistentes para mí, simplemente nunca tuve razones para averiguar dónde quedaba.

Y en ese estado de ignorancia suprema, me tomé el tren. Estuve tentada a preguntar por la plataforma 9 y 3/4 (de Harry Potter) pero salimos desde la 4 y a nadie pareció entusiasmarle mucho el hecho de estrellarse contra una columna de ladrillos. Como me ha dañado Hollywood, ahora cada lugar es una película!

Empezaba mi viaje a Cardiff. La zona residencial de Londres me encantó. Pude ver grandes prados y lagos congelados. Las casas, todas parecidas, con escalones en el porche hasta la puerta de entrada y atrás un patio largo y flaco, con un cobertizo de herramientas.

Bajamos en Cardiff Central (y muy rápido, porque los trenes llegan y se van en un plis plas). Nevaba cuando llegamos y caminamos por una peatonal hermosa con todas las luces de Navidad, llena de galerías de compras y de restaurantes elegantemente decorados. Cada tanto nos cruzábamos con coros cantando villancicos. No se podía creer! Esta era la Navidad que una ve en las películas!

Cardiff tiene 300.000 habitantes y es la capital de Gales, pertenece a Gran Bretaña. Les puede sonar Gales por la Princesa Lady Di. De hecho, su hijo William, está yéndose a vivir ahí con su prometida. Otra oportunidad de pertenecer a la realeza que se me escurre entre los dedos... eso por no saber esperar.

Cardiff es una ciudad bastante chica. Se puede caminar para todos lados y es sumamente pintoresca. En el centro destacan tres peatonales preciosas que están llenas de galerías, mercados, restaurantes y pubs. En esta época están más lindas porque tienen todo tipo de decoraciones navideñas.

Hay una zona como de 4 o 5 cuadras donde las peatonales se unen creando un impresionante centro comercial llamado Saint David's. Es como una ciudad y tiene de todo. Las distintas partes del shopping se conectan por escaleras, pasillos y a veces hasta hay que cruzar una calle y volver a entrar. Un paraíso de las compras. Los sábados y domingos, especialmente en esta época (invierno + navidad) los centros comerciales y galerías están repletos. Y allá, cuando la gente sale de compras, vuelve con 6 o 7 bolsas de distintos lugares!

Es verdad que en Gran Bretaña hay mucho dinero y las cosas son bastante caras, más que en Europa Continental. Para que se den una idea: un pancho (sausage) en un puestito de la peatonal (uno elegante, no se imaginen el de Plaza Italia) cuesta 3,50 libras, que son algo así como 22 pesos argentinos. Tomar un café o un chocolate caliente, cuesta entre 2 y 3 libras; y cenar en un restaurante lindo, entre 20 y 25 libras por persona.

Todo lo caro que tiene la ciudad, se invierte en limpieza y prolijidad. La gente es muy correcta, no es una castañuela, pero tampoco te tratan mal, y realmente educada. Allá no pueden olvidarse el "please" y el "thank you". Ni hablar de inseguridad.

Tampoco había averiguado nada sobre la ciudad de Cardiff antes de ir, así que me fui al puesto de información turística en busca de un panorama de los atractivos locales.

Lo primero que fui a visitar es el Bute Park, un parque hermoso que rodea al río Taff. Estaba todo nevado y con los árboles un poco deshojados, pero lleno de encanto, plagado de ardillas y pájaros. Tienen paseos para peatones y para bicicletas y cada tanto hay puentes para cruzar el río. Tienen un aire medieval porque desde todos lados se ve el Castillo de Cardiff, que está ubicado en una de las esquinas del parque.

También hay otros varios edificios distinguidos, como el Welsh Institute of Sport, el Royal Welsh College of Music and Drama, donde estudió Anthony Hopkins; y el Swalec Stadium. Pero el más encantador es el Castillo de Cardiff.

Es una construcción de más de 2000 años de historia donde se refugiaron los romanos durante su invasión a Gran Bretaña, los caballeros medievales lo usaron como centro de reunión y luego fue hogar y orgullo de las familias más ricas de la zona. Finalmente, el 3er Marqués de Bute (un personaje muy destacado en esta ciudad) transformó el castillo en una fantasía medieval que su familia usaría como residencia.

La visita al Castillo incluye un paseo por los túneles dentro de los muros, donde se ve al exterior a través de estrechas ventanas que usaban los arqueros. Se puede pasear por los jardines, subir a una torre romana, visitar sus calabozos e ingresar en los apartamentos, que son los dormitorios y salones, todos ellos decorados con extravagancia y mezcla de estilos árabes.

Hay múltiples iglesias para visitar, en su mayoría católicas pero bastante diferentes de las que estoy acostumbrada a ver. En época navideña, muchas de ellas tienen pequeños conciertos de villancicos. Además de las peatonales comerciales, el Castillo de Cardiff y sus parques aledaños, hay otra zona muy linda que vale la pena ver: el Cathay's Park.

En ésta zona (no es un parque, sino un conjunto de edificios públicos) se pueden ver las Cortes (Law Courts), la Municipalidad, la Universidad de Cardiff y el Museo Nacional. Destaco especialmente a la Municipalidad (City Hall) por su fachada decorada con todo tipo de ornamentos y un dragón en la punta (Gales, es llamada "la tierra del dragón"). Estaba decorada con un árbol navideño en cada ventana, que toque!

También es un valor el Museo de Cardiff, cuya entrada es gratuita. Tiene exposiciones de antropología e historia natural, de las cuales es imperdible el sector de piedras preciosas. Y, en los pisos superiores, se encuentran las pinturas, esculturas y porcelanas. Tiene una colección bastante importante, con unos cuantos Monet, algunos Van Gogh y Rodín. Y podés sacarles fotos sin problema! Lo mejor del museo (sobre todo para aquellos de ojo ignorante, como yo) es que con el mapa, te dan un "top 10", las 10 mejores cosas que no te podés perder. Así que está genial para hacer un recorrido express.

En medio de todos estos hermosos edificios, están los Alexandra Gardens, unos jardines preciosos con un monumento en honor a los caídos en batallas por Gales.

La última cosa imperdible de Cardiff es la bahía. Se puede ir caminando, en colectivo o en barquito hasta la bahía, que concentra en un paseo restaurantes, casas de té y tiendas de todo tipo. Es una especie de Puerto Madero, más chiquito. Tiene unas vistas preciosas de la puesta del sol y se puede caminar por el muelle hasta llegar a los antiguos embarcaderos. Ahí hay una escultura y el relato conmovedor de la travesía del Capitán Scott y su equipo, que murieron intentando volver de su expedición al polo Sur; donde llegaron segundos, después de que le ganara el equipo del noruego Amunsen.

Además del paseo comercial hay un edificio rojo que pertenecía a la antigua fábrica de carbón. Cardiff creció como centro industrial durante muchos años, gracias a la extracción de carbón de sus minas. Hay relatos y fotos que recuerdan esa época.

Como les cuento, si bien es un destino poco turístico y tal vez nunca terminen de enterarse dónde está Cardiff, es un ciudad muy bonita y con unas cuantas cosas para visitar. Así que, si alguna vez sus viajes los llevan cerca de Gales, vayan a Cardiff aunque sea por un día y descubran el encanto de la tierra del dragón!

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