7 de enero de 2013

Crónicas turcas: Festejos de una Navidad ajena


Los turcos insisten en contarme que acá no se festeja la Navidad, se aferran a ello como si fuera una porción de su identidad nacional, y en parte lo es ya que en el Islam la Navidad no existe. Aún así, y para pesar de muchos, la Navidad llegó a Estambul como a cualquier otra ciudad, con la fuerza de la globalización y el consumo, pero también con la alegría de decorar todo y la ilusión de los niños por los regalos y Papá Noel.

Viene provista de armas a las que es difícil resistirse: miles de luces navideñas que iluminan las calles y las ventanas de los departamentos, guirnaldas que cruzan las avenidas formando enormes cristales de hielo, árboles navideños de todos los colores y tamaños, sonidos de villancicos que salen de las tiendas internacionales y llegan hasta la vereda de la calle Bagdat, liquidaciones, carteles dorados que nos desean felicidades y muchos Papás Noeles de fisionomía extraña pero, de igual manera, inconfundibles.

Así que, bienvenida la Navidad, o como quieran llamarle a este período de alegría, regalos, luces de colores y decoraciones rojas y verdes.


Imbuida en el espíritu navideño y en que está haciendo mucho frío (una variante de lo más satisfactoria para pasar las fiestas junto a la chimenea y tomando chocolate caliente) salí a pasear por la ciudad. Bueno, tal vez por la ciudad no, pero por mis barrios en el lado asiático de Estambul.

La calle por la que voy hasta la Avenida Bagdat baja abruptamente o sube, depende en qué sentido vaya. En este caso, parece impulsarme a salir, porque el recorrido inicial es todo en bajada. Después me dificulta la vuelta a casa sabiendo que, por más ardua que sea la vuelta, nadie deja de regresar tarde o temprano. Así que las empinadas tres cuadras solo aseguran que, sin importar la temperatura que haga, uno llegue transpirado al hogar. Inevitablemente.

Una de las primeras cosas que me llamó la atención de Turquía fueron las farmacias, en vez de identificarse con una cruz verde iluminada, lo hacen con una gran E por “eczane” (farmacia en turco). Así que mientras durante los primeros días pensaba que había estacionamientos por doquier eran, en realidad, farmacias. De hecho, la cruz como símbolo sanitario se instauró en el marco del catolicismo con lo cual, cuando las organizaciones internacionales como la Cruz Roja se instalaron en países islámicos se las identificó con una medialuna. La Cruz Roja se transformó en la Medialuna Roja y las ambulancias no llevan cruces sino medialunas. Es curioso, sobre todo porque uno no lo asocia enseguida, entonces llama la atención. Una vez acostumbrados, cuesta revertir el efecto.

La calle Bagdat tiene todo a lo largo edificios de departamentos. Algunos son muy lindos y otros no tanto, pero ninguno supera los cinco o seis pisos. Recién ahora están empezando a aparecer altísimas torres por la ciudad, proveyendo a la vez de departamentos de primer nivel y de vista al mar aunque queden lejos de la costa. La planta baja de los edificios suelen ocuparla negocios: restaurantes, miles de peluquerías, tiendas de pastelería turca. Las veredas son muy anchas y tienen canteros y árboles, a veces hasta bancos para sentarse; los empleados de los locales suelen sacar una mesita a la puerta y tomar el çay ahí afuera. Sea invierno o verano.

Ese es otro aspecto de los turcos que sorprende: aman la vida en la calle, las terrazas (como llaman a la parte exterior de los restaurantes) siempre están llenas, a cualquier hora y con cualquier temperatura. Las modifican, por supuesto; en invierno aparecen mantitas de polar en cada asiento y grandes calefactores en los techos que mantienen el ambiente agradable. Aunque el frío se cuela igual, sobre todo en estos días de aguanieve, la gente abrigada como está se sienta a tomar algo o cenar. Además, a la inmensa cantidad de fumadores que hay en Turquía, no les queda otra que sentarse en el exterior, donde todavía se puede fumar.

Camino hasta pasar el estadio del Fenerbahçe y me desvío para internarme en el barrio de Kadiköy que, como siempre, es un hervidero de gente. Las veredas aquí son mucho más angostas, las fachadas de los negocios abarrotados de productos se suceden una tras otra y las personas caminan por todos lados a la vez, por la vereda y abajo, cruzan la calle por entre los autos, frenan a los dolmus en plena avenida. La zona de Kadiköy, además de ser un lugar donde se congregan muchas oficinas, es donde está el embarcadero de los ferries que cruzan a Europa y es el lugar a donde ir a comprar de todo y barato, muy barato.

Allí también se notaba el espíritu navideño, la gente iba de aquí para allá haciendo compras y en la pequeña rotonda que es el centro neurálgico, instalaban un árbol de Navidad de varios metros de alto.

Se hace de noche muy temprano en Estambul en invierno, alrededor de las 16:30, pero la ciudad es muy segura y la población hace vida diurna y nocturna con normalidad. No parece afectarla el frío, la lluvia e incluso la nieve. Mientras se ponía el sol, crucé uno de los canales que se abren paso hasta el Bósforo, lleno de barquitos atracados y de patos que flotaban ajenos al bullicio de la ciudad.

Al acercarme a la cancha del Fenerbahçe me di cuenta de que esa noche habría partido: se empezaba a congregar gente en los alrededores del estadio, cantaban canciones o se sacaban fotos con el monumento al jugador que hay en una plazoleta. La gente sentada en los cafés mostraba en pequeños detalles el hincha que llevaba adentro: se asomaban cuellos amarillos y azules del Fenerbahçe por debajo de los pulóveres, aparecían bufandas y gorros con el escudo del Galatasaray. Se respiraba el ambiente futbolístico y ansioso. Las hinchadas empezaban a cruzarse y a cantar con más efusión, pero no había razón para inquietarse, el fútbol turco suele ser un espectáculo familiar y los festejos son apasionados pero medidos. Los vendedores de kebab terminaban de cocinar los enormes cilindros de carne de cordero y doraban los panes, algunos asaban pescados en una parrilla improvisada… Todos a la espera de la previa del partido y de las hinchadas hambrientas y con ganas de festejar.


Dejé atrás el escenario futbolístico cargado de entusiasmo y retomé la calle Bagdat por el lugar donde se termina. Tuve que detenerme a mirar las vidrieras de las florerías, algo que todavía me llama la atención por la inmensa cantidad de flores que exponen; en esta época es todo orquídeas. Aprovecho para contar una muestra de la seguridad de estos barrios: los puestos de flores de la calle, durante la noche solo tapan su mercadería con grandes toldos plásticos y se van a su casa hasta el día siguiente.



Pero si uno pasea despistado y sin prestar atención al idioma en que están escritos los carteles, se puede pensar que está en cualquier lado. Aunque la ciudad esté repleta de todos esos pequeños detalles que la hacen diferente de otras. Lo volverá a la realidad la silueta de alguna mezquita junto al resplandor de un Mc Donald’s, o el canto del imam que tapa por un minuto los villancicos y, uniendo ya todos estos elementos que parecerían irreconciliables a primera vista, no quedará dudas de que uno está en Estambul.


5 comentarios:

  1. SIMPLEMENTE...........HERMOSOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO

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  2. Hola guapa!, paso por aquí a verte por un par de razones, para saludarte y para comentarte que dentro de poco será el segundo aniversario del club (el 25 de Febrero) y que tengo pensado organizar un sorteo, al igual que el año pasado, donde premiar con libros, ya sean digitales o en formato papel, de obras escritas por socias del club.

    He pensado que lo mismo te interesa y querrías participar, pues de este modo te darías más a conocer y conseguirías más seguidores, puesto que una de las condiciones obligatorias que pondría en las bases, es que cada participante debe ser seguidor del blog de la autora que cede un libro suyo (o varios) y por el que participa. En definitiva, como se hizo el año pasado >.<

    Aquí te dejo el link del mismo para veas cómo se organizó el sorteo el año pasado:

    http://elclubdelasescritoras.blogspot.com.es/2012/02/hoy-es-el-primer-aniversario-del-club-y.html

    Ya me dices que opinas, si colaborarás o no, vale?

    Ponte en contacto conmigo por medio del correo del club (elclubdelasescritoras@hotmail.com) y te explico mejor.

    Saludos y buen día!, muak!

    Pd: Recuerda, ¡sin compromiso alguno! >.<

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  3. Que preciosas fotos!! me han inspirado!!
    te gustaría que nos siguieramos? que dices? tu blog es precioso, besos.

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    1. Muchas gracias, R!!
      Que bueno que te hayas inspirado... nada mejor para empezar el día!
      Ya mismo estoy yendo para tu blog, encantada de seguirte.

      Un abrazo!

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