Está enclavado en una ubicación increíble, en plena Baviera,
en lo alto de un promontorio, rodeado de montañas llenas de pinos (imagino que
en invierno estarán nevadas) y cristalinos lagos de deshielo. El castillo nació
de una fantasía en los sueños de Luis II, para servir como un lugar de retiro al
rey y de homenaje a Richard Wagner, cuyas obras le inspiraban fascinación.
Neuschwanstein es mucho más lindo por fuera, donde parece un
castillo “de verdad” (en la época que se hizo, ya no se necesitaban
construcciones como castillos) e impone desde lo alto de las montañas. La mejor
vista se tiene desde un puente, a cientos de metros sobre el río, que se creó
especialmente para acceder al edificio. Por dentro es absurdo, el conjunto
arquitectónico estaría bien definido como “teatral”, porque todo el castillo
parece la escenografía de una ópera. Está repleto de decoraciones exageradas,
tanto en madera oscura como en cientos de colores. No sigue el estilo clásico
sino que es una mezcla entre romanesco, gótico y bizantino. Lo peor es que
mucha de la decoración (por falta de dinero) no es real: el oro no es oro, el
mármol no es mármol y las piedras preciosas son vidrios de colores. Es un gran
sueño esquizofrénico y de bajo presupuesto.
La obsesión de Luis II con algunos personajes de las obras
de Wagner, como Tristán e Isolda, se puede ver sobre todo en su dormitorio,
repleto de imágenes de la famosa ópera.
A Luis II lo declararon incapaz de gobernar (no en vano era
apodado “el rey loco”) y nunca terminó de construir Neuschwanstein, solo se
terminaron 15 habitaciones de las 200 proyectadas. Además solamente llegó a
vivir allí unos pocos 172 días, luego se trasladó a otro castillo y murió
ahogado en uno de los lagos, en circunstancias sospechosas.
El gobierno de Baviera y luego de Alemania compraron el
castillo que, hoy en día, recauda en un año lo que costó en su totalidad.
Que hermoso lugar, Cin, y que interesante la explicacion. No tenia ni idea. Gracias por compartir todas tus experiencias!!!
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