8 de febrero de 2012

Una


  La vi cuando salía de bañarme. Era pálida, casi tímida. De a ratos se me perdía de vista y volvía a aparecer. La miraba con desconcierto, sin entender cómo había aparecido ahí.

  Me fui abriendo camino entre los demás para llegar hasta ella. Quería tocarla, sentirla entre mis dedos. Pero era igual. Nada en el tacto la hacía distinta. Inclusive pensé que tal vez en otro lugar, entre otra multitud, ni siquiera resaltaría. Sería una más.

  Pero no era así. Donde fuera, allí estaba. Brillando con distinción. Ya no veía nada más.

  La agarré y tiré de ella para que viniera conmigo. Al principio se resistió o, tal vez, yo no estaba tirando demasiado fuerte. Entonces insistí y en un momento estuvo en mis manos. La miré durante un segundo y recordé que ya había habido otras. Iguales a ella… que habían tenido el mismo destino.

  Sin querer, la solté y se escapó. Voló un ratito y cayó en el agua del inodoro. Flotaba y me miraba como diciendo “Ahora te van a salir 7 canas más…”


1 comentario: